La avenida Carrera 7ma es una de las vías principales de conectividad de Usaquén, pues además de atravesar toda la localidad, recuerda la historia del camino real que permitía la comercialización de productos entre los alrededores de la Plaza de Bolívar con Chía, Chiquinquirá y Zipaquirá. Así que su importancia histórica ha estado en la memoria colectiva de los y las bogotanas.
Quienes habitamos la localidad de Usaquén tenemos de referente esta vía emblemática como la marca de inicio de los cerros orientales y como una de las calles por la que amamos caminar en una tarde soleada, para realizar desde actividades recreativas hasta trámites bancarios.
La vida residencial de miles de personas también se construyó alrededor de la Carrera 7ma, buscando además de la facilidad para movilizarse, la cercanía con el pulmón de la localidad.
La población ha crecido indudablemente y con ella la cantidad de vehículos, servicios y viviendas; por ello las vías de acceso se vuelven cada vez más insuficientes y el clamor ciudadano sobre opciones de movilidad más eficaces están en el día a día de las necesidades.
Ante esta realidad se han planteado muchas opciones para desembotellar a Usaquén y disminuir los tiempos de recorridos a trabajos y centros de estudios, entre ellas el Transmilenio por la 7ma.
Ésta iniciativa, impulsada por adeptos a Peñalosa, el Alcalde de la infraestructura por encima de la vía, el de la violencia a poblaciones vulnerables y el que nos condenó administrativamente al bochornoso “hace lo mismo pero más barato”, logró llegar hasta el proceso de licitación, ignorando las peticiones ciudadanas por la conservación de los indiividuos arboreos de la Carrera 7ma, la contaminación y los nefasto procesos de gentrificación que suponía un proyecto que nos obligaba a movernos en el horrible sistema masivo de transporte público Transmilenio.
En la estructura cultural del Bogotano o Bogotana promedio está el temor, horror y desagrado ante el sistema Transmilenio, instaurado ya en la ciudad en la antigua adminsitración de Peñalosa. El sistema es ineficiente, hostil, antiestético, contaminante, discriminatorio y sin lugar a dudas, a pesar de haberse vendido bajo el supuesto de mejorar la movilidad, un factor de congestión (¿Quién no ha visto un trancón de transmilenios en sus carriles exclusivos?).
Ante tal imposición, varios colectivos ciduadanos se unieron en torno a la defensa de la Carrera 7ma, con acciones jurídicas, simbólicas y con gran convocatoria desde las bases comunitarias lograron que se dieran medidas de protección de los intereses colectivos, así el proyecto siniestro de Peñalosa para deformar la calle real, fue suspendido.
El pasado 24 de julio, la Alcaldesa de Bogotá Claudia López, anunció la revocatoria definitiva del proceso de licitación para implementar Transmilenio por la Carrera 7ma. Ante la fuerte oposición ciudadana, un Plan de Desarrollo Distrital que manifiesta su querer de ejecutar un corredor ambiental y la voluntad política del Distrito por detener la mega obra que quebraría el valor cultural, patrimonial y ciudadano de la Av Carrera 7ma, se logró que los oferentes a esta licitación, de comun acuerdo, retirarán sus propuestas y sin ningún costo el Distrito pudiese revocar la licitación.
Para Bogotá y para Usaquén este es un logro de mayor alcance y celebramos que además de recuperar 2 billones de pesos que se iban a comprometer en este proyecto a todas luces antodemocrático, se podrá construir una solución de movilidad que respete el ambiente, las prácticas culturales populares de quienes habitamos los alrededores de la séptima y sobretodo, que implemente un modelo de transporte que rompa con el esquema neoliberal de utilidad para privados a costa de la desmejora en la calidad de vida de las personas.
Bogotá hoy está de fiesta porque los recursos públicos al fin se están tratando como sagrados.
Estaremos atentas a participar en la construcción de un proyecto por la Avenida Séptima que sí respete y escuche a la ciudadanía.